lunes, 6 de julio de 2009

Un guardia civil hijo de San Jerónimo

Manuel vive en San Jerónimo desde 1939. Guardia civil hijo de guardia civil llegó a San Jerónimo porque allí destinaron a su padre. Allí crecieron los cuatro hermanos.

Uno de ellos, su hermana Loli, conoce a la mayoría de los habitantes del barrio pues estudió para matrona. Manuel la llevó en muchas ocasiones al Vacíe, iban en bicicleta, y si el parto se complicaba acudía con ellos Juanito, el farmacéutico.

Recuerda con cariño a D. Andrés Molina su maestro y a los compañeros de clase los Reinosos y los Serranos.

Cuando contaba 14 años entró como aprendiz en la ISA, para dos años después pasar a formar parte de la plantilla de Los Certales de Charolista, allí los visitaba Juan Campito, el sacerdote que les recetaba gratuitamente, también de balde le pasaban las recetas en la farmacia de “el redondel”, hasta que fue a cumplir con su patria en 1947 con 19 años, regresando a la fabrica que dejó. Por aquel entonces se traslada a vivir con su familia en la calle Vascongadas, hoy Medina y Galnares, junto al Sótano H.

Nos relata que se hizo cargo del Casino junto a Bar Maraver, “se celebraban reuniones de los aficionados”, estas fueron la antesala de lo que sería mas tarde la Peña Sevillista, entre otros Chamarín, Atalaya, Murciano, Doñoro, Alfredo Castaño, Manolo Castro, Cristóbal Pérez, etc.

En 1963 surge la primera reunión para la celebración de la primera velada en calle Vascongadas, cuya Comisión de festejos fue la compuesta por Alfredo Castaño, Diomedes Bazan, Francisco Ponce, Emilio Hernández, Manuel Andrade, Francisco Lunar, Manuel Castro, algún que otro mas que no recuerda bien y el mismo.

Estando en Los Certales se pusieron de huelga, ocupando la fábrica, para que les pagaran. Los inspectores de Sanidad la cerraron consiguiendo que les pagaran. Él fue indemnizado con 52.000 pesetas.

Aquel dinero ayudó a Manuel a salir adelante y a tener una familia junto con Ana López Ruiz, nacida en el campo, de la que se separó los cuatro años que estuvo en la ciudad de la Alhambra pero vino a buscarla porque no “quería dejar de hablarle. La ví la primera tras mi vuelta montada en el colorao, allí intenté acercarme a ella, hacerle comprender mis intenciones, hasta que finalmente aceptó mis disculpas”.

Tanto el libro como las exposiciones que el Centro Andaluz Carlos Cano ha realizado en el barrio “me han emocionado mucho ver allí a tantos amigos y tantos recuerdos, es maravilloso, gracias y espero ver pronto la próxima exposición y el segundo libro”.

Manuel Casado Encina

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