lunes, 6 de julio de 2009

Lecturas y pasiones contra el olvido

Desde el día de su nacimiento en la calle Navarra, año 45, este hombre ha residido en San Jerónimo. Hijo de un hombre de Reina (Badajoz) y una mujer de Ciudad Real, sus padres acabaron en el barrio “por circunstancias de la vida”, más concretamente por la colocación del progenitor en la RENFE. Cuando llegan a San Jerónimo, sus padres alquilan una casa en el antiguo Patio de las Leonas, del que Ángel desconoce el por qué de tal nombre.

Puede considerarse un privilegiado, pues a diferencia de otras familias, la suya contaba con un piso grande para la época y con un servicio particular. Una de las habitaciones se la alquilaron, recuerda, a Isidoro de la bicicleta, “que tenía un anuncio en el cine”.

Fue árbitro y recuerda que, para salir al ámbito regional, era necesario “hacerle la pelota al general”. En su opinión, “hoy es más fácil arbitrar que antes”. Además del arbitraje, su otra pasión ha sido el teatro, una profesión, tal y como él la designa “de grandes sacrificios pero muy gratificante”. Concretamente, en la Escuela de Rugby de San Jerónimo, se constituyó un grupo de teatro llamado Divina Pastora.

Donde está el bar Maraver, el director de la compañía puso en marcha esta iniciativa para enseñar el arte de la interpretación a los jóvenes del barrio, entre los que se hallaba Ángel, quien dice continuar adquiriendo conocimiento sobre esta materia porque “ser actor es algo que nunca acaba de aprenderse”.

El teatro ha teñido su recuerdo de las más variadas anécdotas, como la que cuenta de cuando se encontraba en el ya desaparecido Teatro Imperial representando el sainete Las cosas de Gómez. Mientras interpretaba el papel de electricista, una voz del público le advertía a pleno pulmón. “¡oye! ¡No te vayas a caer!” A lo que él contestó, también a gritos “¡Tranquilo, esta silla está bien sujeta!” lo que vino inmediatamente después, como no podía ser de otra forma, fueron las risas de un público encantado ante tan divertida conversación entre el actor y uno de los espectadores.

Todavía tiene Ángel una afición o virtud más, como quiera llamarse. Es un as de la memoria, característica, por otro lado, clave para el buen actor. En su mente tiene una gran “base de datos” que le permite recordar nombres y fechas a la perfección. “Escuché que la memoria había que ejercitarla todo el tiempo, hasta durmiendo. Es fundamental leer mucho, sobre todo para las personas mayores”.

Exigiría a la juventud una mayor actividad cultural “bien sea leyendo, haciendo teatro o aprendiendo a manejar ordenadores”, en definitiva, invita a nuestro jóvenes a “hacer algo productivo que no hará más que ir en beneficio suyo”. La cultura, como bien afirma Ángel “es la base para que un país funcione bien”.

“Las exposiciones del barrio las he visto todas en el C. P. Rector Mota Salado, en calle Navarra y después en calle Valencia. El libro también me ha gustado mucho y espero ver pronto lo nuevo que está organizando el Centro Andaluz Carlos Cano, y el segundo libro en el que también participo. Muchas Gracias”.

Ángel Muñoz

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