lunes, 6 de julio de 2009

La otra cara de un barrio: la injusticia


Natural de Huelva, José Salcedo llegó a los 11 años a San Jerónimo huérfano de padre y madre. Se crió en un cortijo del Palancar alrededor del cual se extendía un inmenso olivar, sólo interrumpido por algunas chavolas salpicadas en el paisaje.

En el repaso a su vida siempre ha de aludir a un momento concreto: sufrió un triste episodio en el cual quisieron echar a los habitantes del cortijo sin ofrecerles a cambio una vivienda teniendo lugar, entonces, una serie de protestas encabezadas por personajes el cura, por Pérez de Ayala, etc.

De ésta, su revolución particular, se obtuvo el resultado justo: finalmente, y tras innumerables reivindicaciones les concedieron los pisos. A la nueva vivienda, el antiguo número 101 de Medina y Galnares, llegaron él y su esposa, embarazada ya de su primer hijo.

Pero el tiempo de reivindicaciones les costó pasar momentos difíciles, con frecuencia arriesgados.

Recuerda, por ejemplo, cómo Sánchez Arjona, entonces ministro de Vivienda, vino a inaugurar unas casas a San Jerónimo y cómo ellos aprovecharon la coyuntura para reclamarle que les diesen los pisos.

Tras dirigirse espontáneamente al ministro al finalizar el acto de inauguración burlando todos los controles, éste les prometió que conseguiría que les diesen las viviendas.

Sus recuerdos nos llevan a un barrio pobre, de condiciones de vida precarias. Un barrio que se fue creando de forma anárquica, con la progresiva construcción de viviendas por parte de las personas que, procedentes de los pueblos, buscaban trabajo en la zona.

Tanto la exposición de mayo y octubre de 2003 junto con la edición del libro le han transportado a cuando el era joven, experimentando sensaciones difíciles de plasmar en pocas palabra “agradezco enormemente lo que habéis hecho, gracias a esto he podido recordar mis vivencias de antes en el barrio”.

José Salcedo Pozo

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