lunes, 6 de julio de 2009

Añoranza de una infancia feliz


Nace en la calle Extremadura en 1950 y ha vivido toda su vida del barrio, del que dice que no se moverá nunca: “de aquí para San Fernando, que lo tenemos cerquita”, se considera “una fanática de San Jerónimo”.

Se ve a sí misma con ocho o diez años jugando en la chatarrería de Manolo Castro donde, recuerda, estaba el conocido popularmente como el árbol de papel donde jugaban a las casitas todos los amigos del barrio.

Añora las fiestas patronales del barrio y el antiguo baile de Marín. Ha colaborado también en el movimiento vecinal cuando, por ejemplo, se dieron reivindicaciones a favor de la colocación de semáforos.

Asimismo, participa en las actividades relacionadas con la Parroquia y con la hermandad del barrio, además de ser una mujer activa en lo concerniente a la participación en la vida del barrio.

Como muchos otros, echa en falta la familiaridad y la cercanía de antaño en un barrio al que, pese a sentirse orgullosa de él, reclama una mayor unidad vecinal.

Su padre, propietario de un bar en el barrio, se levantaba cada día a las 4.00 de la mañana para preparar el café a los obreros que entraban temprano a trabajar en las fábricas.

De entre los pasajes de su infancia se queda con uno que le contaba su padre sobre un hombre “de los que van con la cabra y tocando” llegaba al bar de vez en cuando y tocaba música al tanto que ella, siendo una niña, se ponía a bailarla al compás subida en el mostrador.

Mujer de tradiciones, no está conforme en el cambio a junio de la Velá de San Jerónimo, que se ha justificado por la cuestión del clima y la economía. Pide que sea en septiembre, como ha sido siempre.

“Las exposiciones del barrio me han gustado mucho y espero ver pronto las que estáis terminando, adelante que estos gestos se agradecen mucho, gracias por tantos esfuerzos y cariño”.

Francisca Rivero

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