lunes, 31 de agosto de 2009

El tapón del río en San Jerónimo se llenará de tierra para hacer la pasarela

Tras más de un año de espera y de ocho versiones diferentes del proyecto inicial, por fin van a empezar las obras para recuperar el paseo del río desde el Alamillo hasta el monumento a Colón en San Jerónimo. Para colocar la pasarela peatonal prevista habrá que rellenar de tierra toda la parte final del río.

Precisamente esta pasarela, que conectará San Jerónimo con la isla de la Cartuja, es la parte más compleja de todo el proyecto, que tiene un presupuesto de 7,7 millones de euros. Los trabajos durarán un año por la complejidad de esta estructura, “si no fuera por ella terminaríamos en enero o febrero”, explica Germán Ágora, director en Andalucía de Copcisa, la firma encargada de las obras. Éstas, impulsadas por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, se pagarán con fondos europeos y arrancarán la primera semana de septiembre tras firmarse estos días el nuevo contrato con el proyecto modificado.

La construcción del puente obligará a importantes movimientos de tierra para rellenar el río en su tramo final, que se va a taponar para hacer el pilotaje de los estribos. Es decir, que se pondrá tierra para ganarle al Guadalquivir un suelo en el que trabajar directamente, un relleno que se quitará en cuanto acaben los trabajos En el cauce se asentarán dos pilares de una estructura con tres vanos asimétricos, ya que el central es mayor que los otros dos: 40 metros frente a 30.

De hormigón y con los elementos de protección en acero, la pasarela tendrá en total más de 100 metros de longitud (a los tableros sobre el río hay que sumar los estribos en tierra) y unos siete de ancho, suficientes para que, aunque sea peatonal, puedan pasar vehículos de emergencia. El proyecto definitivo ha ubicado más cerca de la parte final del río esta estructura, que no será perpendicular por completo al cauce al diseñarse con una pequeña desviación a la que obligan los desagües de la depuradora de Emasesa.

El puente es lo más vistoso de un plan de restauración ambiental que tendría que haber arrancado hace más de un año y que nació con polémica: inicialmente, estaba previsto talar más de 1.500 árboles y su sustitución por especies nuevas que necesitarían más de una década para crecer. “Una barbaridad”, reconoce Ágora.

Al final se decidió analizar árbol a árbol para sólo sustituir los que estaban dañados, unos 300 en total, una cifra bastante elevada provocada por el abandono que durante años ha sufrido el parque. El resto de ejemplares se van a trasplantar en este mismo espacio y se van a añadir otros 1.400, con lo que al final toda esta zona contará con unos 5.000 árboles. Eso sí, la búsqueda de consenso ha retrasado las obras, propiciando un mayor deterioro del paseo fluvial y del parque y que se mueran en sus macetas bastantes de las plantas que se iban a colocar hace un año.

A esto hay que añadir la reparación integral del paseo que incluye el rediseño del parque, con una redistribución del arbolado y caminos más naturales para llegar hasta la lámina de agua. En total el parque será un 30% más grande y se librará de un escalonamiento con muros que no hace fácil el acceso al río. Esto al final lo que provoca es que sea poco utilizado por los vecinos.
Esto a su vez se traduce en un abandono “que da pie al vandalismo”, subraya Ágora, quien destaca que “al final ha salido un parque muy atractivo” fruto de un consenso con los vecinos tras ocho versiones del proyecto. Eso sí, avisa de que necesitará un buen mantenimiento: en caso contrario se deteriorará rápido y volverá a ser abandonado por los usuarios, que es lo peor que le puede ocurrir a una zona verde.

Antonio Morente
El Correo de Andalucía 20090831

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