De voz entrañable, Francisco evoca con cierta nostalgia los comienzos ya lejanos de sus años de residencia en Sevilla: “llevo muchísimos años aquí”, comenta llenando las palabras. Nacido en Salteras en 1922, comenzó joven a trabajar en los ferrocarriles en 1942, como miembro de la segunda promoción de militares en prácticas.
Desempeñó esta labor en Barcelona y Gerona hasta que, en el año 42, le conceden el traslado a Sevilla, donde estuvo viviendo de alquiler en la zona cercana a Plaza de Armas.
Ya padre de familia numerosa, adquirió una vivienda de reciente construcción en San Jerónimo por 120 pesetas, “algo que hoy es insignificante”. Su sueldo también es impensable en nuestros días: con diez con cincuenta al mes, Rafael mantenía a su familia, aunque reconoce que, gracias a su puesto de trabajo, recibía algo más de dinero por cuestiones como el desplazamiento.
Mozo de estación, mozo de tren, guardafrenos, distribuidor y jefe de tren fueron los puestos que desempeñó a lo largo de sus años de trabajador en la RENFE hasta su jubilación en diciembre de 1986.
Entre sus recuerdos, como en los de muchos de su generación, se encuentra el mítico Sótano H, al que dice entre risas que no asistía porque no sabe bailar.
La aportación tan numerosa en fotografías que Francisco nos ha facilitado para la primera y esta segunda edición da por sentado que es un gran fotógrafo y como persona lo es más, ya que sin conocerme de nada no dudó en participar para la elaboración de los libros editados, recuerdo acercarme las imágenes con su perrito Currito.
Las imágenes que Francisco guarda en su memoria se hallan más ligadas, sin embargo, al mundo de los trenes, a los múltiples trayectos a Cáceres, Mérida... y, por este “andar de aquí para allá”, como él mismo afirma, no tiene demasiados recuerdos de sus primeros tiempos en el barrio.
Afirma que las exposiciones y la edición del primer libro “es maravilloso lo que habéis hecho por el barrio”.
Francisco Vivas Buendía
Desempeñó esta labor en Barcelona y Gerona hasta que, en el año 42, le conceden el traslado a Sevilla, donde estuvo viviendo de alquiler en la zona cercana a Plaza de Armas.
Ya padre de familia numerosa, adquirió una vivienda de reciente construcción en San Jerónimo por 120 pesetas, “algo que hoy es insignificante”. Su sueldo también es impensable en nuestros días: con diez con cincuenta al mes, Rafael mantenía a su familia, aunque reconoce que, gracias a su puesto de trabajo, recibía algo más de dinero por cuestiones como el desplazamiento.
Mozo de estación, mozo de tren, guardafrenos, distribuidor y jefe de tren fueron los puestos que desempeñó a lo largo de sus años de trabajador en la RENFE hasta su jubilación en diciembre de 1986.
Entre sus recuerdos, como en los de muchos de su generación, se encuentra el mítico Sótano H, al que dice entre risas que no asistía porque no sabe bailar.
La aportación tan numerosa en fotografías que Francisco nos ha facilitado para la primera y esta segunda edición da por sentado que es un gran fotógrafo y como persona lo es más, ya que sin conocerme de nada no dudó en participar para la elaboración de los libros editados, recuerdo acercarme las imágenes con su perrito Currito.
Las imágenes que Francisco guarda en su memoria se hallan más ligadas, sin embargo, al mundo de los trenes, a los múltiples trayectos a Cáceres, Mérida... y, por este “andar de aquí para allá”, como él mismo afirma, no tiene demasiados recuerdos de sus primeros tiempos en el barrio.
Afirma que las exposiciones y la edición del primer libro “es maravilloso lo que habéis hecho por el barrio”.
Francisco Vivas Buendía
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