lunes, 6 de julio de 2009

La Iglesia y el barrio, el barrio y la Iglesia

“Todo el mundo me conoce como Pepe”, así se presenta este párroco nacido en Soria que lleva ya más de veinte años afincado en Sevilla.

Se reconoce como una persona preocupada por “la realidad de Andalucía y, en concreto, por la de los barrios: la humana, social, familiar y, por supuesto, la creyente”. Es éste el motivo que le llevó a quedarse en San Jerónimo para poder estar en contacto permanente con una población humilde y sencilla, con “las realidades más auténticas de las personas”.

Llegó al barrio hace ocho años encontrándose una Iglesia bastante deteriorada en su estructura arquitectónica, factor al que se sumaba la precaria situación de los locales adyacentes. Dos obras, una consistente en el levantamiento del tejado y otra en los locales que dan al cruce de la carretera, han remozado la parroquia, que también ha conocido mejoras en la apertura de talleres y otros servicios al ciudadano, emigrantes, etc.

De San Jerónimo dice que reúne todas las características del barrio obrero, condición que, reconoce, “repercute en los ambientes familiares y ciudadanos”. Le preocupa la desestructuración del barrio por cuanto a que no se da una unidad de participación y de lucha, elemento que, a su vez, condiciona otras cuestiones como en el escaso nivel de participación o el alto índice de fracaso escolar... en general, todos estos aspectos son motivo de trabajo para este párroco “de a pie”, para el que su labor no termina en la Iglesia sino que se extiende a la realidad del barrio. No obstante, y sin dar números exactos, reconoce un fuerte absentismo en San Jerónimo en lo que se refiere a la cercanía parroquial, vital para el funcionamiento de la misma.

Pero Pepe, ejemplo claro de lo que vino a llamarse el cura obrero, asume estas cuestiones con sabiduría, humor y paciencia, explicando cómo, por ejemplo, algunos vecinos lo paran “a pie de acera” preguntándole cosas tan curiosas como cuántas parroquias hay en el barrio o temas de festividades, creyendo que, por ser el cura, ha de saber “cuándo se celebra tal cosa o cuándo es el Santo de tal”.

Su espíritu activo y de protesta no va en detrimento, sin embargo, de su innegable vocación, esa que eligió cuando se instaló en el barrio, de contacto “de tú a tú” con los que son, antes que nada, sus vecinos.

José García León

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